sábado, 7 de septiembre de 2013

Nada de nada

Tenía 15 años o 14, iba rumbo a Ica a visitar a mi papá que por ese tiempo trabaja por allá. Mis primeros viajes eran en la empresa Flores y luego en el Soyuz.
Recuerdo que iba en el Soyuz y en el paradero de Circunvalación sube una chica con un niño de aproximadamente seis años.
Bueno pues, estaba viendo el aburridísimo video y de pronto me quedé dormido. Al cabo de un rato me despierto y mi cabeza estaba apoyada en el hombro de la chica, el niño se había sentado adelante en un asiento vacío. Recuerdo era jueves y había poca gente en el bus.
Como la chica no hacía nin
gún gesto de sentirse incomoda, entonces levanté un poco mi cabeza acomodándome mejor. Iba cómodo, y de pronto ella apoya su cabeza en mi cabeza y puso su mano encima de mi mano que estaba por mi pierna.
En eso hago como que me despierto y ella aprieta mi mano, entonces con mi otra mano apoyo su cabeza  en mi hombro y le acarició la cara y sus cabellos. Era extraño, algo así como si la conociera de toda la vida. Íbamos por Chincha, si claro la carpa, la bendita carpa ya dolía. Hasta ese momento no habíamos cruzado palabra alguna. Para los que conocen la ruta, el Soyuz de Lima hasta Chincha hace aprox. tres horas. De pronto subió su cabeza y ya. De chincha a Pisco habrán 30 minutos aprox. y como dicen en mi barrio: agarramos.
Agarramos durante 30 minutos, cuando me di cuenta ya estábamos en Pisco, ella bajo raudamente con el niño y yo seguí mi camino hacia Ica, y sí, nunca cruzamos palabra alguna. Ni nos saludamos ni nos despedimos, no intercambio de números de “fono”, nada de nada.
Años después, durante la época en que trabajé en la acería de Pisco, estaba alcoholizándome lindo en el As de Oro, y me la crucé en la discoteca, al comienzo no la reconocí porque habían pasado demasiado años. La saqué a bailar porque cuando estoy con alcohol encima puedo llegar a bailar, mientras bailábamos la mire fijamente y me di cuenta que era ella, al parecer ella también me reconoció y como dicen en mi barrio: chapamos.
Chapamos buen rato, buen rato. Siempre chapando, la llevé a la habitación que me daban en el campamento de la acería, la metía escondidas del guardián, aunque como era sábado lo más probable es que el tío haya estado demasiado alcoholizado como para darse cuenta que había llegado al campamento. Ninguna palabra de más ni de menos, ni nombre ni nada, nada de nada de nada de nadita. Al día siguiente me desperté y ya no estaba, solo había una nota con un número de teléfono y un nombre. Nunca llamé, en ese tiempo mis relaciones no duraban y solían ser casuales, no tenía porque ser diferente.  

PD: la foto no tiene nada qué ver, pero es maso de la época que sucedió