Tenía 15 años o 14, iba rumbo a Ica a visitar a mi papá que
por ese tiempo trabaja por allá. Mis primeros viajes eran en la empresa Flores
y luego en el Soyuz.
Recuerdo que iba en el Soyuz y en el paradero de
Circunvalación sube una chica con un niño de aproximadamente seis años.
Bueno pues, estaba viendo el aburridísimo video y de pronto
me quedé dormido. Al cabo de un rato me despierto y mi cabeza estaba apoyada en
el hombro de la chica, el niño se había sentado adelante en un asiento vacío.
Recuerdo era jueves y había poca gente en el bus.
Como la chica no hacía nin
gún gesto de sentirse incomoda,
entonces levanté un poco mi cabeza acomodándome mejor. Iba cómodo, y de pronto
ella apoya su cabeza en mi cabeza y puso su mano encima de mi mano que estaba
por mi pierna.
En eso hago como que me despierto y ella aprieta mi mano,
entonces con mi otra mano apoyo su cabeza
en mi hombro y le acarició la cara y sus cabellos. Era extraño, algo así
como si la conociera de toda la vida. Íbamos por Chincha, si claro la carpa, la
bendita carpa ya dolía. Hasta ese momento no habíamos cruzado palabra alguna.
Para los que conocen la ruta, el Soyuz de Lima hasta Chincha hace aprox. tres
horas. De pronto subió su cabeza y ya. De chincha a Pisco habrán 30 minutos
aprox. y como dicen en mi barrio: agarramos.
Agarramos durante 30 minutos, cuando me di cuenta ya
estábamos en Pisco, ella bajo raudamente con el niño y yo seguí mi camino hacia
Ica, y sí, nunca cruzamos palabra alguna. Ni nos saludamos ni nos despedimos,
no intercambio de números de “fono”, nada de nada.
Años después, durante la época en que trabajé en la acería
de Pisco, estaba alcoholizándome lindo en el As de Oro, y me la crucé en la
discoteca, al comienzo no la reconocí porque habían pasado demasiado años. La
saqué a bailar porque cuando estoy con alcohol encima puedo llegar a bailar,
mientras bailábamos la mire fijamente y me di cuenta que era ella, al parecer
ella también me reconoció y como dicen en mi barrio: chapamos.
Chapamos buen rato, buen rato. Siempre chapando, la llevé a
la habitación que me daban en el campamento de la acería, la metía escondidas
del guardián, aunque como era sábado lo más probable es que el tío haya estado
demasiado alcoholizado como para darse cuenta que había llegado al campamento.
Ninguna palabra de más ni de menos, ni nombre ni nada, nada de nada de nada de
nadita. Al día siguiente me desperté y ya no estaba, solo había una nota con un
número de teléfono y un nombre. Nunca llamé, en ese tiempo mis relaciones no
duraban y solían ser casuales, no tenía porque ser diferente.
PD: la foto no tiene nada qué ver, pero es maso de la época que sucedió