Querida Mili,
Intento escribirte algo, pero no sé qué decirte. He tratado
de no molestarte mucho, de no incomodarte, de seguirte pero sin molestarte,
espero no sientas que te he abandonado, de que no me importaba como estabas,
pero mi único objetivo ha sido no molestarte, dejar que te recuperes. La última
vez que te vi me quebré, porque a mí todo esto me aterra, pero la lección de
vida alucinante que me estás dejando me terminó de dar la fuerza suficiente
para agradecerte por todo esto, por tu apoyo, por tu buena onda, por tus ganas
de luchar, por hacerme entender que la vida es así y a veces no hay más
explicaciones.
Yo recuerdo algunas de las pataletas que te he hecho, no
muchas aunque me dice mi mamá que fueron varias, ahora que tengo hijas entiendo
algo y agradezco tu paciencia. He sido ingrato, pero tú siempre has estado bien
acompañada, en eso coincido con mi mamá, pudimos haber pedido contacto por años,
pero estoy seguro que siempre nos has tenido presente en tus oraciones.
Esta carta no es una despedida porque el amor de nuestro
Dios y nuestra Madre María siempre nos mantendrá unidos, el único homenaje de
todo el respeto, cariño y admiración que tengo es haberle puesto tu nombre a mi
hija, gracias prima, de verdad muchas gracias por todo, espero que Dios nos
permita seguir contigo, aprendiendo de ti. Te quiero decir muchas cosas más,
pero mi madre me cuenta que tienes mucho por leer, además tienes que descansar
y no quiero molestar.
Espero verte muy pronto.
NINO